¿Te limitas por el miedo al "qué dirán?
- Catalina Navarro
- 17 mar 2020
- 3 Min. de lectura
Día a día recibo en consulta hombres y mujeres con preocupaciones recurrentes sobre el “qué dirán” sus amigos, pareja, familia o la sociedad, sobre ellos. Esta preocupación surge del miedo al rechazo, a la crítica o a la preocupación de ser aceptados por todos, lo que desencadena altos niveles de ansiedad que limitan la posibilidad de goce y disfrute.

Es importante tener en cuenta que es imposible caerle bien a todo el mundo. Somos diferentes. Como consecuencia, buscar la aprobación de todos y por todo, se convierte en una lucha sin sentido, pues el riesgo de escuchar o encontrar comentarios negativos o de burla de personas que no comparten nuestras opiniones, decisiones o manera de ser, es inminente.
Por otra parte, tenemos que reconocer que se escapa de nuestro control lo que eventualmente puedan decir o hacer los demás. Lo que si podemos decidir es a qué comentarios les ponemos atención, a cuáles les damos importancia y hasta qué punto.
¿Por qué es tan frustrante el miedo al que dirán?. Vivir en estado de alerta constante, es decir, pendientes de la evaluación que hacen los demás sobre nuestro aspecto físico, nuestra forma de actuar, lo que decimos, decidimos o pensamos, resulta agotador. Son auto-limitaciones que aumentan los niveles de ansiedad e inseguridad y golpean nuestra autoestima. Este comportamiento irá disipando la oportunidad de mostrarnos como somos, apagando de manera progresiva nuestra voz. Con el tiempo, el miedo se hará más grande y las situaciones se volverán cada vez más difíciles de afrontar. Ante esto, los pacientes preguntan: “¿Es posible construir una muralla a mi alrededor para que no me afecte lo que digan o piensen los demás sobre mí?”, “¿Cómo salir de esa autoexigencia tan grande?”.
Podemos encontrarnos ante dos situaciones. Una, basada en suposiciones. Otra, basada en la realidad. Frente a la primera, es claro que se trata de meras sospechas y/o preguntas sin respuesta, tales como: “¿estarán pensando que soy muy aburrido?”, “seguro que no me saludó porque no le caí bien”, “¿todos se ríen porque se dan cuenta que estoy gorda?”. Es decir, no tenemos pruebas de que los demás estén hablando o diciendo algo negativo sobre nosotros. Por lo tanto, es importante recordar que es normal ser sensibles ante la opinión de los demás y que el problema surge cuando le damos demasiada importancia a nuestros pensamientos. Debemos tener en cuenta que no somos perfectos y sólo nosotros debemos juzgar nuestros actos, emociones y pensamientos, según nuestros principios y no en base a lo que piensen los demás.
Frente a la segunda posibilidad, es claro que nos encontramos ante un hecho real. ¿Qué hacer entonces cuando efectivamente nos hacen un comentario negativo?. La asertividad indica que podemos protegernos haciendo una pausa para evaluar: i) ¿La persona que lo dice es importante para mí?; ii) ¿Lo que dice es verdad?; iii) ¿Tiene pruebas para decir lo que está diciendo?. Si la respuesta en los tres casos es negativa, no vale la pena prestar atención y es ahí donde debemos buscar la protección debida para no dejarnos afectar. Para ello, por ejemplo podemos comenzar a retirar señales de comunicación, como alejarme de la situación y buscar alguna distracción.
Coincidir con personas que nos aplauden y nos hacen sentir bien es algo deseado por casi todos. Cuando esto no sucede, recuerda que se trata únicamente de diferencias de opinión y, que a pesar de las diferencias, nuestro valor como personas permanecerá intacto.
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