¿Cómo afrontar la frustración?
- Catalina Navarro
- 17 mar 2020
- 2 Min. de lectura
Siempre tendremos la posibilidad de aprender a comportarnos de una manera o de otra mediante la adecuada gestión de las emociones. Por eso, resulta importante analizar una de las emociones que de manera frecuente genera malestar en las personas: la frustración.

La frustración, es un estado emocional de malestar que surge ante acontecimientos no esperados. Es decir, es una sensación que aparece cuando las cosas no salen cómo esperábamos o cuándo creemos que tal vez no saldrán cómo queremos. Cualquier bloqueo que se presente ante la consecución de una meta, resulta frustrante.
Para empezar, es importante reconocer que el mundo no marcha como quisiéramos y que las personas que tenemos a nuestro alrededor no sienten ni piensan como deseamos. Estudios han demostrado que afrontamos 23 frustraciones diarias aproximadamente, el equivalente a unas 20.000 adversidades a lo largo de la vida. ¿Cómo protegernos ante esto?.
La frustración no suele aparecer como respuesta directa a los eventos inesperados o situaciones negativas; lo que realmente determina el grado de frustración en las personas es la valoración que se hace de cada situación. Lo anterior significa que el nivel de malestar es directamente proporcional a la valoración de la situación. Por ejemplo, en un día lluvioso y con tráfico, el paciente A. piensa: “estoy desesperado, la gente no sabe manejar y me van a volver loco” y, el paciente B.: “no me gusta que llueva, el tráfico es pesado, pero saldré una hora antes e iré planeando mi día o escuchando música”. Así, vemos que las emociones aparecen diferenciadas en intensidad y duración. Cuanto más catastrófica u optimista sea la interpretación, más desagradable o pasajera va a ser la emoción.
La clave, entonces, está en adquirir la habilidad para minimizar la frustración y de esa manera evitar las consecuencias negativas que se pueden desencadenar, como son: actitudes agresivas consigo mismo o con los demás, abandono de proyectos de manera impulsiva, pérdida de autoconfianza, estrés y depresión.
Las siguientes herramientas pueden ser útiles para adquirir tolerancia a la frustración:
Primero, es importante definir cómo nos gustaría que fuera la situación, y prever la posibilidad de que ésta ocurra o no, para estar dispuestos a aceptar lo que suceda.
Segundo, procurar realizar cambios en el lenguaje que utilizamos. Por ejemplo, reemplazar: “debería” –todos deberían manejar bien en la ciudad-, por: “me gustaría” –me gustaría que la gente manejara mejor-, para liberar carga emocional negativa. Cuando el nivel de exigencia baja, la emoción es menos intensa y duradera. El lenguaje en nuestros pensamientos tiene el poder de disminuir, mantener o aumentar la frustración o la agresividad.
Para ganar salud mental, resulta importante aprender a aceptar de manera incondicional que los demás y el mundo, pueden moverse de manera diferente a lo que es ideal para cada uno. Con este aprendizaje, aunque la situación sea desagradable, la frustración bajará en intensidad y permitirá sobrellevarla de manera saludable.
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